Antiguo Puente de Occidente
Es el quejoso estrépito del maderaje,
al paso de automotores,
tajos burdos, intermitentes,
en los protocolos de la noche.
Móviles sombras, fantasmas geométricos,
sus farolas proyectantes entre andamios sobre la piel del río,
reptil caudal de escamas oroplatas.
Es la luminaria amarilla sobre la torreta;
intrusa, impostora del fasto astral; omisa luna,
las constelaciones al pulso del secreto.
Son los poblados dispersos, la urbe remota, Medellín
de laderas hervidas en codicia y miedo,
franjas de tenues brillos, resplandor antrópico
en el confín del horizonte.
Son las luces centinelas de viviendas campesinas
en las riberas, en los flancos quebrados,
en las lejanías. Antioquia abigarrada, espesa.
Dados nos han sido el silencio, la solemne lucidez,
la concurrencia de elementos,
a viajeros penitentes
entre la insignificancia del ser
y su tributo a la totalidad, al puzle universo.
Hugo Hernán Aparicio Reyes
Santa Fe de Antioquia, enero de 2011