domingo, 11 de septiembre de 2011

Un recuerdo de mi mejor amigo, por Ana María Echeverry Mayor – 16 años – (Santander de Quilichao, Cauca)

Vivía al lado de mi casa en una piecita que había alquilado. Al principio no sabía quién era, solamente que era un indígena de Silvia, Cauca, que había venido en busca del sueño de ser futbolista.


Acostumbraba a mirarlo cuando jugaba con los niños del barrio en que vivimos. Yo nunca le hablaba porque me daba pena y porque no sabía cómo hablarle, pero siempre me despertó curiosidad saber

quién era, cómo era, de dónde venía, yo quería ser su amiga.

Un día me decidí, nos sentamos a hablar espontáneamente, fue como si lo hubiéramos planeado. Hablamos de todo, música, deporte, historia, cultura y lo que no puede faltar en una conversación de dos adolescentes, de novios y novias. Me contó de sus romances y yo de los míos, de su primer beso y sus decepciones amorosas. Las horas pasaban rapidísimo y como si fuéramos amigos de mucho tiempo ya nos sabíamos la vida del otro. Intentó enseñarme su lengua nativa, cómo se decía perro, calzón, cuaderno, ventana, mamá. Un intento fallidísimo porque no me aprendí ni una sola palabra, pero al menos me enseñó cosas que en mi vida hubiera pensado que las iba a aprender.

A los pocos días me dijo que se iba para Silvia y que antes de irse me iba a dar un regalo. Su regalo era una manilla que él mismo había tejido, sencilla pero llena cariño. Él se había convertido en mi mejor amigo y no importaba que él tuviera otra lengua, otra cultura, otro color de piel ni otra manera de vestir, lo único que importaba era que nuestra amistad se había hecho más fuerte que las distancias que nos iban a separar y que habíamos pasado de ser unos completos desconocidos a ser los mejores amigos y cómplices.

Nunca olvidare a aquel guambiano que me enseñó tantas cosas, porque por siempre estará en mi corazón y cada vez que mire la manilla que me regalo me acordare de él, de las experiencias que vivimos juntos, de los momentos que nos pasábamos hablando en el andén de mi casa, de cuando me enseñaba su lengua, de las veces que me hacía reír y de las veces que me hizo llorar, ¡pero de la risa! A pesar de las distancias, nunca me olvidare de este guambiano hermoso y nunca lo dejare de querer por más que unos kilómetros nos separen, pues aquella persona que empezó como un completo enigma en mi vida, se llevó un pedacito de mi corazón para siempre.


Los guambianos, o misaks, son un pueblo indígena que habitan principalmente en la región del Cauca. Hablan en su propia lengua, el wam, y la base de su economía es la agricultura.

Para conocer más sobre este grupo puede leer los siguientes artículos:

Etnia Guambiano

Guambianos: una cultura de oro

Tomado de:

http://www.bibliotecanacional.gov.co/blogs/centrosmemoria/2011/06/24/un-recuerdo-mejor-amigo/

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