UNA
TRADICIÓN, DE LA CUAL NO SE PUEDE VIVIR.
Angy
Carolina Pinzón Porras
La
señora Gilma Pérez tiene 51 años. Ella nació en Charalá el 23 de julio de 1961
y siempre ha vivido aquí en Charalá. Es viuda, pues su esposo murió hace 10
años y tiene tres hijos, el mayor está en el ejército, la que le sigue está
trabajando en un almacén en San Gil y su hijo menor trabaja en una empresa
también en San Gil.
Ella
empezó a coger culonas cuando tenía más menos unos 10 años, pues esto era algo
que ella podía hacer. Aprendió viendo a sus padres cuando la mandaban a que
cuidara los hormigueros. Ella solo desempeña esta labor cuando es temporada de
hormigas es en el mes de semana santa,
por lo cual de esto no se puede vivir, y por esto ella trabaja la mayoría del
año vendiendo cominos en la plaza los martes y trabajando en casa de familia.
Cuando
es temporada de hormigas ella se levanta bien temprano, se hace el desayuno, el
rumbiador, se pone una camisa manga larga, una sudadera, una botas de caucho y
una gorra. Se come su desayuno hecha el rumbiador en la chácara y se va a coger hormigas pero eso si también se
lleva sus 2 litros de limonada.
La
cantidad que más ha cogido son 5 libras, ella las vende, así, por libras y se las pagan desde 20 mil pesos a
30 mil pesos, las vende en el puente, es el lugar donde la gente tradicionalmente
se reúne a venderlas y a comprarlas, crudas.
Los
compradores de hormigas las venden tostadas, aquí mismo en el pueblo o para
llevarlas a las ciudades o poblaciones cercanas. En la finca tiene varios hormigueros
pero ella solo puede coger hormigas en dos o máximo tres hormigueros, en los
otros, deja que otras personas cojan.
Doña
Gilma tiene familia en Barichara y a veces la llaman de allí para que le mande
hormigas culonas, puesto que allá son muy apetecidas por los visitantes, muy
costosas por el uso en la preparación del cordero, sobre todo en la realización
de salsas y decoración de platos típicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario