LO DULCE DE MI PUEBLO
AIDA DANIELA
BECERRA LÓPEZ
Lo dulce de mi pueblo no solo está en las Flórez también está en todas
aquellas mujeres que no solo en bien propio han creado un legado con las
delicias de los dulces Charaleños.
Charalá es un pueblo pequeño
pero con una gran riqueza y diversidad, ello también es palpable en su
gastronomía, de la cual les hablaré en este escrito, me referiré
específicamente a lo dulce y lo colorido de ella.
Sería
muy egoísta referirme solo a una de las protagonistas de este hecho, por ello
hablaré de todas para darles la importancia requerida. Todas son muchas,
demasiadas, incontables es decir que les hablare de unas pocas o mejor dicho
las más reconocidas, Marta rosales de Flórez, Ana lucia Grazz e Ilda Rangel
Aguilar.
Las Flórez… es una panadería con un gran legado que data de más de 50
años, el cual ha residido en la familia de doña Martha Rosales de Flórez quien
es hoy en día su administradora. Es una mujer que desde que era niña, supo que
el sustento de su familia estaba en los postres. Todos los días le ayudaba a su
madre a hacerlos, según ella es un arte surgido de la creatividad y de la
necesidad de supervivencia. Con el tiempo aprendió la receta, la perfeccionó y
al surgir nuevamente la necesidad, está vez en el seno de su propio hogar la
implementó en la panadería familiar dándoles una posición que hoy en día figura
como emblema municipal.
Doña Martha, es una maestra que a diferencia de sus colegas tiene a su
cargo la responsabilidad de mantener el emblema del cual les hable. Igual que
todos tuvo que sufrir los golpes de la vida, la necesidad llevo a su madre a
hacer postres para poder brindar bienestar a su familia. A diferencia de su
madre, teniendo ya la ganancia de la panadería, no fue necesario incluir una
inmensa lista de postres, por el contrario se dedicó a preparar unos pocos como
el arequipe, la brevas, el mielmesabe y
algunos más, con mucha entrega y amor para dejar satisfechos a sus clientes,
que según doña Martha es una gran satisfacción.
Pero como lo dije al comienzo lo dulce de mi pueblo no solo está en
las Flórez, también se encuentra en mujeres como Ana Lucia Gratz o Ilda Lucía
Rangel Aguilar quienes
independientemente la una de la otra han logrado dar un nuevo legado al pueblo hace 16 y 8 años respectivamente. Cada
una ha creado su propia microempresa de dulces tradicionales los cuales al lado
de los postres anteriormente nombrados le han dado a Charalá un legado cultural
y gastronómico. Particularmente ellas han enfatizado en los dulces o caramelos
que básicamente se obtienen de la mezcla del azúcar con un fruto dador de
sabor.
Doña Ana Lucia hace alrededor de 16 años empezó a preparar estas
dulces recetas. Las pocas entradas económicas
y la obligación económica familiar la forzaron a buscar el sustento en
los dulces,
que nadie le enseño a preparar. De tanto ensayar, aprendió, por eso se puede
decir que el ensayo y el error fueron sus maestros. Con un semestre de práctica
adecuó sus productos, el tradicional dulce de leche, de piña, de sidra y en fin una
variedad de frutos de los obtiene un extracto dulce y delicioso; y con el fin nombrado empezó a comercializarlos.
Con
el tiempo mejoró la receta implementó nuevos productos y algunos los modifico,
los cuales la llevaron a cumplir su cometido pero, los obstáculos surgieron con
nombre propio “INVIMA”. Las exigencias de este y el hecho de que las
obligaciones habían disminuido hicieron que ella cesara temporalmente su
actividad. Con el tiempo volvió a laborar no con la misma intensidad para
restarse preocupaciones tanto legales como lo físicas pues la preparación de
estos repercute en la salud dado a la tradicional cocina de leña que exige
constante exposición al calor y a las cambiantes del ambiente; pero aun así
sigue con la tradición. Hoy en día continúa con su labor de manera más escasa
pues considera que debe resguardar su aporte a la gastronomía charaleña.
La empresa de doña Ilda surge de necesidades similares, mantener su
hogar, proporcionarles a sus hijos bienestar, y tener sostenibilidad económica
con la variante de que ella tuvo un mentor, doña Carmen Higuera una ilustrada
cocinera en el ámbito dulcero y en otros tantos le dio la formulación básica,
más no una receta exacta que, igual, con la práctica, su incesante consulta e
interés en dicho contexto y el toque del sabor otorgados la llevaron a su
posición actual en la sociedad charaleña. A sus puertas los problemas surgieron
a partir del mismo ente pero en vez de cesar, prefirió adecuarse a las normas,
no a todas pues algunas eran algo complicadas, una en especial le exigía establecer un punto de fábrica que no fuera su hogar pero al adecuarse a la mayoría de reglas
determino que lo correcto era seguir y gracias a ello pudo triunfar como doña
Martha o doña Ana. Ella a diferencia la señora Ana Lucía no puede cesar o reducir
su producción dado a que su hijos son aún jóvenes, afortunadamente cuenta con
el apoyo de ellos quienes hacen las veces de ayudantes y socios.
De esta manera estas tres valerosas mujeres y otras tantas a quienes
les pido excusas por demeritarlas, si así se entendiese, pero a las que
prefiero también elogiar dado que todas han logrado aportar a una causa,
cultural y gastronómica dejando un legado, creando una identidad y generando un
patrimonio.
Y por último y no menos importante quisiera que entendieran la
importancia de apoyar esta noble causa que ha trascendido por generaciones en
los poblados charaleños, que además de una satisfactoria y dulce sensación en
nuestro paladar puede brindarnos un sinnúmero de saberes y que el INVIMA con
una infinidad de exigencias puede hacer
desfallecer.
“Los dulces son esas pequeñas
partículas que sin importar el estado de ánimo generan en nosotros una
agradable sensación…..”
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