AYACOS CHARALEÑOS, UN SABOR HECHO TRADICION
CARLOS ALBERTO ROSALES ZAMBRANO
Cuando un Charaleño o visitante pasa por la casa de
mercado el día martes no puede resistir la tentación de acercarse al pabellón
de comidas para degustar un delicioso ayaco. Hay varias señoras que preparan
éste plato típico, pero los que tienen una fama especial son los de la señora
Carmen Bueno.
Doña
Carmen nació en el seno de una humilde familia charaleña, con tradición en la
preparación y venta de comidas. Ella, como mujer trabajadora y emprendedora
desde su juventud aprendió la receta familiar y cuando llegó el tiempo de
levantar su familia se puso manos a la obra y empezó a preparar los ayacos. Al
comienzo tuvo que poner mucha atención porque en ocasiones les quedaban salados
o sino se les ahumaban. Pero en poco tiempo le cogió el tiro y según ella se
vendían como pan caliente.
Y
es que estos mencionados y famosos ayacos son todo un misterio de fabricación
en Charalá. Nadie más sabe cómo hacerlos tan ricos. Ella tiene un ingrediente y
una sazón secreta que muchos desconocen: una pizca de amor y otro tanto de
cariño. Con los dos ingredientes anteriores se pone a cocinar el arroz en
aceite o grasa de pollo junto con la arveja, el garbanzo, la cebolla, el ajo,
pimentón, apio y zanahoria. En su momento se le hecha harina de trigo para que,
en palabras de Doña Carmen, espese. Eso sí, se debe rebullir permanentemente
para que no se queme ni se ahúme.
Claro
está que la labor de preparación de los ayacos comienza desde el día anterior
en que se pone a condimentar la carne para que coja buen sabor. Al día
siguiente, mientras el arroz se cocina, la carne se suda con cebolla, tomate y
ajo. Al momento de empacar los ayacos en hoja de bijao y plátano se les hecha
una porción de carne con guiso. Las hojas de bijao y plátano le dan un gusto
especial a éste plato. Después de empacados ponen a cocinar al baño de María
hasta que dan su punto y quedan listos para comer.
Después
de más de 40 años dedicados a la preparación de éste delicioso bocado, Doña
Carmen todavía hace y vende los ayacos todos los viernes. Ella dice que el
simple hecho de hacerlos la hace sentir joven y feliz. Ella piensa seguirlos
haciendo hasta que Dios le de salud. Dice que ¨los ayacos no son difíciles de
hacer, lo difícil es dejar de hacerlos¨ ya que, como ella misma refiere, les
cogió cariño e incluso afecto.
Algunos
los hace por encargo especial a los que les hecha pollo o carne de cerdo.
Comenta con mucho orgullo que cada vez que una de sus hijas viene a visitarla
desde Bogotá, debe prepararle más de 150 ayacos para llevarles a sus amigos,
quienes no la dejan llegar sino lleva el preparado de su mamá. Esta es una
manera de difundir y dar a conocer en Bogotá un pedacito de las delicias
típicas de su pueblo.
Así
que si usted pasa un viernes por el barrio Oscar Martínez, se encontrara con un
aroma sin igual con el cual crecimos muchos de nosotros, y que muchas veces nos
trae muy buenos recuerdos.
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