sábado, 27 de octubre de 2012



LA HERENCIA NO SE PIERDE...

ANDREA CAROLINA NOCOVE




Ana Francisca Quintero de Bueno una mujer de 74 años de edad, nacida en el municipio de Charalá el 4 de Octubre 1938, casada y madre de cuatro hijos fue una de las tantas mujeres que ayudaron a que el lienzo en Charalá volviera a nombrarse.

Esta linda labor Francisca la lleva en la sangre, pues esta tradición viene desde más de seis generaciones. A la edad de 7 años  ya sabía cómo cultivaban, hilaban y tejían el algodón. Lo aprendió de, sus abuelos, ellos creaban telas en lienzo que eran muy productivas en esos tiempos porque todos las utilizaban y compraban.

Ella comienza hilando en “huso” más conocido como totumo (esta compuesto por un palo delgado y un envase en forma de taza hecho de totumo, con las manos se hace un movimiento rotatorio al palo y luego los dedos ayudan a perfeccionar el hilo de algodón); aunque no muy seguido porque ya se había dejado de cultivar. Años después Francisca decide irse con su familia para Venezuela, pues quisieron darle un cambio a su vida y explorar suerte en un nuevo país.

Estando en Venezuela Francisca conoce a una familia griega que le ofrece un trabajo como sastre, desafortunadamente deja de trabajar con el algodón para pasar al fique y aprender más de la labor del cocer. Así ella les dio estudio a sus hijos y sacó a su familia adelante. Allí estuvieron cinco o seis años aproximadamente.  

Al regreso a Colombia, viendo que sus hijos ya habían crecido ella retoma lo que más le gusta, hilar y tejer en algodón. Años después Francisca entra a una Corporación que existía con el fin de la recuperación del lienzo y como un proyecto también de ayuda financiera; pero ella decide retirarse del mismo.

Sin Embargo con la cantidad de saber y experiencia que había adquirido, decide seguir hilando y tejiendo esta vez en su casa, esto Ana lo hace por  amor  más que porque sus tejidos dejen algo de ganancia.
Cuando  Pablo Dupree, uno de los promotores de la recuperación textil de algodón  y que además inicio el proyecto ERA (Educación  Rural Apropiada) en 1.983, trae telares con doña Beatriz Granados para aquellas personas que pensaban en surgir con el proyecto; ella decide comprar uno y más tarde decide hacer la inversión de otro telar.

Así comenzó con su pequeña “empresa”, allí asistían varias mujeres interesadas en aprender este bello arte con Francisca. Una vez aprenden, estas mujeres, emprendedoras se independizan y se unen a otro grupo de mujeres que tienen una pequeña empresa del algodón en una vereda llamada el Salitre, formando a su vez lo que hoy conocemos como CORPOLIENZO.

Tras la independencia de sus pupilas Francisca sigue tejiendo y para su dicha la herencia no se pierde pues una de sus hijas Bernarda Bueno aparte de su profesión se interesa por el saber del tejer algodón y le ayuda a mamá con lo ya creado. Poco después Bernarda tiene una hija que será más adelante la que seguirá con el gusto por el algodón.

Ella es Seiny Catalina Sanabria Bueno, quien por su excelente trabajo, experiencia aprendida de su abuela, amor al hilado y el tejido por el algodón empezó a trabajar en el SENA y más tarde se capacitó en la misma institución adquiriendo un certificado de técnica profesional en diseños, innovación y producción artesanal, actualmente retomó su trabajo como  instructora del mismo con proyectos destinados con algodón.

Abuela, madre e hija, decidieron constituir legalmente la empresa en el 2005 con el nombre “Maní hecho a mano” que Maní significa en lengua maya trabajo en telar.

Por su parte Ana Francisca fue escogida como patrimonio inmaterial por el departamento de Santander encabezado por el Dr. Horacio Serpa y el municipio de Charalá, por trasmitir conocimiento de tejido tradicional a muchas personas y además ser uno de los puntos donde comenzó este proceso de recuperación textil de algodón.
 
Ellas hacen productos como bufandas, camisas, pantalones, chales, abrigos etc. Y la gente que quiera se dirige allí, compran y piden si necesitan más. Tienen sucursales en Panachi y piensan colocar otras en el Gallineral, en San Gil, en Barichara., Socorro y Raquirá. Ana, Bernarda y Seiny siguen y seguirán aún con esta microempresa, innovando, trabajando y creciendo.

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