LA HERENCIA NO SE PIERDE...
ANDREA CAROLINA
NOCOVE
Ana Francisca Quintero de Bueno una mujer de 74 años de
edad, nacida en el municipio de Charalá el 4 de Octubre 1938, casada y madre de
cuatro hijos fue una de las tantas mujeres que ayudaron a que el lienzo en
Charalá volviera a nombrarse.
Esta
linda labor Francisca la lleva en la sangre, pues esta tradición viene desde
más de seis generaciones. A la edad de 7 años ya sabía cómo cultivaban, hilaban y tejían el
algodón. Lo aprendió de, sus abuelos, ellos creaban telas en lienzo que eran
muy productivas en esos tiempos porque todos las utilizaban y compraban.
Ella
comienza hilando en “huso” más conocido como totumo (esta compuesto por un palo
delgado y un envase en forma de taza hecho de totumo, con las manos se hace un
movimiento rotatorio al palo y luego los dedos ayudan a perfeccionar el hilo de
algodón); aunque no muy seguido porque ya se había dejado de cultivar. Años
después Francisca decide irse con su familia para Venezuela, pues quisieron
darle un cambio a su vida y explorar suerte en un nuevo país.
Estando
en Venezuela Francisca conoce a una familia griega que le ofrece un trabajo
como sastre, desafortunadamente
deja de trabajar con el algodón para pasar al fique y aprender más de la labor
del cocer. Así ella les dio estudio a sus hijos y sacó a su familia adelante. Allí
estuvieron cinco o seis años aproximadamente.
Al
regreso a Colombia, viendo que sus hijos ya habían crecido ella retoma lo que
más le gusta, hilar y tejer en algodón. Años después Francisca entra a una
Corporación que existía con el fin de la recuperación del lienzo y como un
proyecto también de ayuda financiera; pero ella decide retirarse del mismo.
Sin
Embargo con la cantidad de saber y experiencia que había adquirido, decide
seguir hilando y tejiendo esta vez en su casa, esto Ana lo hace por amor más que porque sus tejidos dejen algo de
ganancia.
Cuando Pablo Dupree, uno de los promotores de la
recuperación textil de algodón y que
además inicio el proyecto ERA (Educación
Rural Apropiada) en 1.983, trae telares con doña Beatriz Granados para
aquellas personas que pensaban en surgir con el proyecto; ella decide comprar
uno y más tarde decide hacer la inversión de otro telar.
Así
comenzó con su pequeña “empresa”, allí asistían varias mujeres interesadas en aprender
este bello arte con Francisca. Una vez aprenden, estas mujeres, emprendedoras
se independizan y se unen a otro grupo de mujeres que tienen una pequeña
empresa del algodón en una vereda llamada el Salitre,
formando a su vez lo que hoy conocemos como CORPOLIENZO.
Tras
la independencia de sus pupilas Francisca sigue tejiendo y para su dicha la
herencia no se pierde pues una de sus hijas Bernarda Bueno aparte de su
profesión se interesa por el saber del tejer algodón y le ayuda a mamá con lo
ya creado. Poco después Bernarda tiene una hija que será más adelante la que
seguirá con el gusto por el algodón.
Ella
es Seiny Catalina Sanabria Bueno, quien por su excelente trabajo, experiencia aprendida
de su abuela, amor al hilado y el tejido por el algodón empezó a trabajar en el
SENA y más tarde se capacitó en la misma institución adquiriendo un certificado
de técnica profesional en diseños, innovación y producción artesanal, actualmente
retomó su trabajo como instructora del
mismo con proyectos destinados con algodón.
Abuela, madre e hija, decidieron constituir legalmente la
empresa en el 2005 con el nombre “Maní hecho a mano” que Maní significa en
lengua maya trabajo en telar.
Por
su parte Ana Francisca fue escogida como patrimonio inmaterial por el departamento
de Santander encabezado por el Dr. Horacio Serpa y el municipio de Charalá, por
trasmitir conocimiento de tejido tradicional a muchas personas y además ser uno
de los puntos donde comenzó este proceso de recuperación textil de algodón.
Ellas hacen productos como bufandas, camisas, pantalones,
chales, abrigos etc. Y la gente que quiera se dirige allí, compran y piden si
necesitan más. Tienen sucursales en Panachi y piensan colocar otras en el
Gallineral, en San Gil, en Barichara., Socorro y Raquirá. Ana, Bernarda y Seiny
siguen y seguirán aún con esta microempresa, innovando, trabajando y creciendo.
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